La protección de los ojos comienza en los parpados.
Los párpados se cierran para proteger al ojo, de hecho este cierre es un reflejo cuando algo se acerca al globo ocular. Por eso, cuando hay una lesión en la superficie del ojo uno de los síntomas más constantes es la tendencia a tener el ojo cerrado. Es curioso lo bien coordinado que están los párpados para estar abiertos lo justo para que veamos, y el resto del globo ocular que está por encima o por debajo de la córnea quedan tapados. Cuando miramos hacía abajo, el párpado superior sigue el movimiento del ojo, para que no quede al descubierto la parte superior. Y el párpado inferior hace lo mismo (en menor medida) cuando miramos hacia arriba.
La principales funciones que se le asignan al parpado son:
– Cubrir los ojos mientras dormimos
-Proteger de la luz excesiva
-Proteger de la entrada de substancias y cuerpos extraños, y distribuir sobre ellos substancias lubricantes.
Los párpados también tienen funciones secretoras, como en el caso de la sustancia oleosa que producen las glándulas tarsales, cuya función es la de evitar que los párpados se adhieran entre sí.
En un ser humano, el número normal de parpadeos es aproximadamente de 5 a 7 por minuto, lo suficiente para proteger nuestro ojos y mantenerlos lubricados.
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